viernes, 21 de febrero de 2014

Carta a un amigo


''Sabía que eras un ángel...''






Quise quedarme contigo. Ofrecerte mi apoyo y compañía en un momento tan delidado para ti.
No supe qué hacer y llegé a pensar momentaneamente que no deseaba agobiarte en una situación en la que tal vez yo, hubiera estado de más.
Tal vez por eso me quedé en el anden. 
No supe si me necesitabas o si por el contrario sobraba. Pero no dudé ni un momento en que deseabas compartir conmigo tu mal estar. Te abriste a mí de manera sincera, sin intención de ocultar tu dolor y pesar; y lo valoré, lo valoré mucho. El saber que confiabas en mi lo suficiente como para tenerme como confidente.
La confianza de que lo expresado quedaría entre nosotros. La confianza hacia mi persona y en que sabías que podías contar conmigo.

Puedes contar conmigo.

La impotencia fue grande cuando nuestra conversación se quedó a medias. Fue grande al no tener la oportunidad de contactar contigo de nuevo y hacerte saber que me importas y que me preocupa que estés bien. De desearte lo mejor y decirte que para lo que necesitaras ahí estaría.

Solo me quedó el recuerdo reciente de nuestros escasos 10 minutos juntos y de las escasas, pero suficientes palabras compartidas.
Siendo así rememoré nuestra conversación, cada palabra y cada emoción...
Y fue entonces cuando unas palabras que soltaste al aire recorrieron todo mi ser, penetrando en lo más profundo de mi subconsciente y me ayudaste a crecer, a ser mejor persona; me iluminaste.

Me iluminaste como no lo hicieron muchos libros antes y como pocas personas llegan a hacerlo.

De repente entendí el significado auténtico del amor, la compasión, del cariño, el afecto y la dedicación hacia quienes realmente importan.
Me sentí comparativamente un monstruo insensible y descorazonado a tu lado, siendo tu luz inmensamente mayor a la mía. Me sentí oscuridad y te sentí luz. Luz que iluminó mi mente haciéndome entender que debía cambiar de inmediato mi actitud hacia mi padre.
Que no importaba cuan mal nos lleváramos. Que apartir de ese mismo momento solo deseaba ser el amor y la comprensión que nunca fui y nunca tuve hacia él.
Que hasta el momento, no había sido justa ni objetiva.

Me cambiaste.

Solo 10 minutos en los que tus dolorosas pero sensibles palabras me llenaron de comprensión; de entender que no lo estaba haciendo bien, que no era la hija perfecta ni poseía la actitud de quien cree saber lo que el amor es.
Me llenaste de empatía y sensibilidad, como solo un ángel puede hacer.
Nunca las palabras de una persona me hicieron reflexionar tan profundamente.
No recuerdo con exactitud cuales fueron pero el trasfondo me quedó muy claro...

Nunca sabes qué puede ocurrir ni cuando ocurrirá.

Lo que pensamos que no llegará puede llegar en cualquier momento y el hecho de no estar satisfecho con tus propias acciones, palabras o gestos pueden acarrear un gran sufrimiento en el futuro, más, ante la imposibilidad de remendar los errores porque esa persona querida se haya ido para siempre y no haya vuelta atrás.

''Pensamos que ya estaba superado, que ya todo había terminado... pero ayer se fue''


La idea de esas (aproximadas) palabras me azotaron con la fuerza de un cañonazo y un ''clic'' sucedió de inmediato en mi cabeza.
Todo odio y rencor quedaron atrás, anulados de mi mente siendo sustituidos irremediablemente por la enorme necesidad de remendar mis errores en días, meses y años pasados, antes de que fuera demasiado tarde.

Te estuve (estoy y estaré) tan enormemente agradecida... que siendo así, mayor fue mi congoja al no poder comunicarme contigo inmediatamente para darte las gracias.
No era el momento...
Tenías muchas cosas en la cabeza como para llenarla de más información.

Pero el deseo de ayudarte, como habías hecho hacía un momento conmigo se incrementó por mil y sufrí por no estar a tu lado, aunque fuera un rato más.


A veces 5 minutos son más que 5 años.


Nunca sabemos dónde, cuándo ni con quien vamos a experimentar un crecimiento personal.

La vida es maravillosa a pesar de todo lo malo, por la sencilla razón de que esos pequeños momentos valen más que eones. Más que la mayor fortuna del planeta.

Momentos que no tienen precio, que no se pueden comprar y lo mejor de todo: son gratuitos, altruistas, momentáneos e inesperados.


GRACIAS de corazón a corazón y no de boca a boca.

Gracias a ti.

Gracias al universo por conspirar para hacerme entrega de las lecciones oportunas en los momentos oportunos. Gracias al universo por ponerte en mi camino.

Algo ha cambiado en mi para siempre. Lo siento como una luz en forma de antorcha que me ha sido regalada para iluminar mi camino en mi vida de aquí en adelante.

Me has cambiado para bien. Y lo más importante es que has llegado justo a tiempo. A tiempo para darme cuenta de que tal vez, ya no quede tanto tiempo....

Espero que sepas y comprendas que te has ganado una amiga para siempre.
Y da igual si un día ya no nos vemos. Tu recuerdo quedará impreso en mí en forma de antorcha dentro de mi corazón. Tu recuerdo permanecerá vivo y por tanto y mientras tanto seremos amigos... aun en la mayor de las distancias.


Puedes contar conmigo.



''Sabía que eras un ángel...''




firmado:           Paola












































No hay comentarios:

Publicar un comentario